“Tlön es el
fruto de fatigadas generaciones de hombres que secreta y rigurosamente han
concebido y diagramado un universo de extremo idealismo”.
Jorge Luis Bor
Nuestro mundo está ubicado en el
centro histórico de Valledupar, en la calle 15 N° 6-54, a unas cinco casas de
la plaza Alfonso López. Advertirlo no resulta tan complicado, ya que tiene una
fachada rosada que sobresale entre las demás del sector, que en su mayoría son
blancas o de tonos opacos.
El poeta Luis Alberto Murgas,
pontífice de la palabra y los placeres, descifró sin esforzarse demasiado lo
que a Fredy, a mi hermano Memo y a mí nos motivó a pintar el frente así. Apenas
lo vio nos dijo con los labios húmedos de whisky: “Ese color está inspirado en
el título de un cuento de Borges… Jejeje… Claro: Hombre de la Esquina
Rosada”.
El relato
mencionado por el maestro Murgas fue publicado por primera vez con el nombre de
Leyenda policial en la revista Martin Fierro del 26 de febrero de 1927. Una
segunda versión hizo parte del volumen El idioma de los argentinos en 1928 con
el título de Hombres pelearon. Una tercera se publicó como Hombres de las
orillas en el diario Crítica del 16 de septiembre de 1933.
La versión
final del cuento con el título que motivó, como afirmó el maestro Murgas que no
es menos borgiano que hedonista, la fachada de nuestro mundo, integró el libro
Historia universal de la infamia que se publicó en 1935 y que Fredy, Memo y yo
leímos reeditado en algún momento de nuestras vidas sin ponernos de acuerdo.
Para Fredy
(que trabajó en Argentina de barman, chef y profesor de salsa) Hombre de la Esquina Rosada es una metáfora
sobre el miedo y la osadía. Memo considera que es el relato más humano y
coloquial de Borges. A mí me enardece del texto que por medio del personaje de
La Lujanera se destaca la vivacidad de la mujer por encima de la del hombre.
Los tres tenemos percepciones distintas. Pero concordamos de manera inevitable
en una cosa: se trata de una obra de arte que retrata el lenguaje, las
tragedias y los mitos de los arrabales de la Buenos Aires de entonces.
Memo fue
quien sugirió el color de la fachada: “Vamos a pintarla de rosado para
continuar con Borges”, manifestó. En primera instancia yo no comprendí, me
trasladé más bien a la Casa Rosada, sede del poder ejecutivo en Argentina. Pero
Fredy con un brillo en los ojos y una sonrisa de niño vislumbró: “Sí… Rosada...
Ya me imagino bailando con La Lujanera, provocando la envidia de todos”.
Entonces recordé el cuento de El Pegador y El Corralero y dije mirando lejos:
“Aaah… Ya… Hombre de la Esquina Rosada…Ese va ser el color de nuestro frente…”.
Memo y Fredy casi en coro gritaron: “Tú sí andas lento”.
En nuestro
mundo todo tiene un significado. De la obra de Borges proviene gran parte de la
forma que nos atañe. Otro de sus cuentos fue esencial en nuestro génisis. Se
trata de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, publicado por primera vez en 1941 en la
colección El jardín de senderos que se bifurcan, que después formaría parte del
libro Ficciones.
Tlön,
Uqbar, Orbis Tertius muestra la erudición de Borges en su esplendor. No es un
relato de arrabales y cuchilleros como Hombre de la Esquina Rosada, es más bien
una representación totalizante de la creatividad, la invención y la ficción.
Borges crea un mundo, un mundo llamado Tlön, en donde el idealismo filosófico
del siglo XVII de George Berkeley es asumido como el sentido común, un libro
que no encierra un contra libro es incompleto, las cosas se duplican, el
materialismo es considerado una herejía, el sujeto del conocimiento es uno y
eterno…
El nombre
de nuestro mundo proviene del Tlön de Borges. Tlön Bar es un espacio
alternativo en el que la imaginación fluye manipulando la realidad como lo hace
el autor de Historia universal de la infamia, en el que no buscamos la verdad
ni la verosimilitud sino el asombro como los metafísicos de Tlön. El patio en
donde hacemos las parrandas y las presentaciones artísticas se denomina Orbis
Tertius, la barra en la que despachamos las distintas bebidas se llama Uqbar.
Tenemos el coctel Brandy Lunecio (en Tlön no hay palabra que corresponda a la
palabra luna, pero hay un verbo que en español sería lunecio) y el Xul Solar
(traductor de una de las lenguas del Sur de Tlön).
No sabemos
concretamente como se convirtió Tlön, Uqbar, Orbis Tertius en la principal
fuente de nuestro mundo. Memo dice que él fue quien planteó la idea porque Tlön
representa el idealismo humano. Fredy manifiesta que la iniciativa fue suya y
que pensó en un laberinto destinado a que lo descifren los seres humanos como a
Tlön. Yo digo que la ocurrencia es mía y que me resultó de un sueño en el que
Borges y Bioy Casares me hablan de Tlön como una irresponsable licencia de la
imaginación. En definitiva, como pasa en el Tlön de Borges, en nuestro mundo
“no existe el concepto del plagio: se ha establecido que todas las obras son
obra de un solo autor, que es intemporal y es anónimo”.
Tlön Bar es
un lugar camaleónico que se ha desbordado de las mentes que lo concibieron. La
idea de un mundo pluricultural en Valledupar ya no pertenece a Fredy, a Memo y
a mí. También es de Miguel Barrios que señaló que la biblioteca debía llamarse
Julio Cortázar, de Alfredo Bermúdez que dijo que en consecuencia el nombre del periódico
mural debía ser La noche boca arriba (como el fascinante cuento de Cortázar),
de Hanner López Jaimes que rotuló a la tarima con el nombre del juglar Juancho
Polo Valencia, de Ernesto Altahona Castro que expresó que en el segundo salón
se debía abrir un espacio para que los artistas dejaran su huella, de Pipe
Araújo Ariza que contribuyó con la suscripción al periódico El Espectador, de
Félix Molina-Flórez que soñó que Tlön Bar quedaba en el patio de su casa, de
todos aquellos y aquellas que nos visitan y nos dan su opinión de agrado,
jubilo, emoción, desconcierto y a veces hasta de rechazo.
En las
paredes de Tlön Bar permanece la exposición de pintura La muerte del ángel de
Jose Luis Molina “El Turri” (inspirada en un tango de Astor Piazzola), en cada
una de las ventanas que dan a la calle hay una escultura del denominado “arte
sobre ruedas” de Baldot: Reptiles 2 y Felinos. El zinc que encierra el patio lo
pintaron los artistas Moya, Pello y Rico con la complicidad de Walter Arland.
Por la tarima Juancho Polo Valencia han desnudado su música Carolina Celedón,
Yuyo Mohrez, Poncho Daza, Edgar Camargo, El Peque, Sontananeo, Jonathan
Castro, Manlio Ferias, Jader López,
Marta Solano “La Mampana”, USB, Naipees, Litox y Los Delitox, Sol de marte…
Jaime Celedón y El Pototo han hecho cuentería, el actor Martin Armenta lanzó su
libro Remolinos de hojas secas, Casalins dio clases de salsa y Antonio Sierra
presentó su show de títeres. Tlön Bar es un corazón que bombea arte y que
pertenece a todo aquel que lo quiere tener en su pecho.
Nuestro
mundo (el de todos aquellos que lo sientan como propio) tiene una gran
influencia de Argentina, eso es innegable. Fredy vivió allá varios meses y se
enamoró del país, de sus mujeres y de Fito Páez. Memo manifiesta que Sábato es
el escritor más importante de todos los tiempos en lengua castellana (por
encima de Cervantes, Borges y Rulfo) y que Pelé es el rey del futbol pero que
Maradona es el dios. Yo sueño con escribir algún día una novela como La
invención de Morel de Adolfo Bioy Casares y a veces cuando entro al baño me
llevo entre manos una foto de Eva Perón para inspirarme. Argentina nos atrae
por su arte y su vida, pero Tlön Bar es
universal y no tiene una geografía ni una cultura concreta. Estamos en
Valledupar, diagonal a la Escuela de música Rafael Escalona, los artistas
locales se toman nuestro espacio con propiedad, hay un palo de totumo en el
patio que no tiene menos de cincuenta años, suena Tardes de verano de los
Hermanos Zuleta, pero también sentimos a Picasso merodeando por la plaza
Alfonso López, a Poe orinándose en las paredes de la Iglesia de la Concepción y
a Madonna cuadrando su BMW en el parqueadero que tenemos al frente. En Tlön Bar
se viaja por medio del arte, se viaja sin límites porque la imaginación, como
se sabe, todo lo puede.
Cada día
tiene su afán y su propio concepto en Tlön Bar. Los lunes son de intercambios
de experiencias en distintos idiomas
mientras las personas degustan bebidas. Los martes son literarios con
recitales, lanzamientos de libros, cuentería y charlas. Los miércoles son de
salsa con baile, talleres y presentaciones en vivo. Los jueves son de rock. Los
viernes y sábado son de música crossover y parranda vallenata. Y los domingos
son de teatro y karaoke. Hay arte y rumba, se puede oír poesía, hablar de los
cuadros de Van Gogh, de los versos de Alejandro Duran, de los pechos de Salma
Hayek y Scarlett Johansson… Se puede besar el cuello de la novia mientras se
baila Desnudate de Frankie Ruiz y gozar de la rumba hasta las 3:30 a.m.
Le hemos
apostado al centro histórico de Valledupar con una propuesta que parecía irreal
como Tlön, Uqbar, Orbis Tertius. Nos hemos encontrado con amigos que han
asumido este proyecto como propio. Un mes después de su inauguración, Tlön Bar se ha convertido en un mundo de
todos, un mundo en el que concurren personas de diferentes condiciones. Nunca
alcanzaremos la perfección, sabemos que la verdadera condición humana se
encuentra en lo imperfecto, pero queremos prestar un servicio de calidad y
eficiente, para eso tenemos el reto de ser cada día mejores. Afortunadamente no
estamos solos en esta causa, Tlön Bar ya comienza a hacer parte de la memoria y
el alma de muchos.
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