lunes, 23 de junio de 2014

LA LOCA DE LAS NARANJAS NO HA MUERTO

Por: Osmen Wiston Ospino Zarate

Aunque no parezca la culebra se arrastra y sigue viva en toda la geografía colombiana. Las antorchas incandescentes de una protesta trasnochada y tristemente fabulada por los uribistas a cerca de un fraude en la segunda vuelta  de las elecciones presidenciales, en las cuales el Presidente Santos acalló los rugidos de las motosierras a punta de votos, colocaron a berrear al irascible ex presidente Uribe, quien mal perdedor como es, insultó a medio mundo, incluyendo a los organismos veedores internacionales y repudió la manera – según él - grotesca y corrupta, en la que fue derrotado su candidato de marras.
Los uribistas gritan rabiosamente en sus ceremonias paganas las insulsas oraciones, conformada por los cinco pilares que el apóstol de los falsos positivos les enseñó (“seguridad democrática”, “confianza inversionista”, “cohesión social”, “Estado descentralizado”, “diálogo popular”).

lunes, 9 de junio de 2014

LOS ARGUMENTOS DE LOS GUERREROS

Por: Osmen Ospino Zárate
La guerra es la expresión más tozuda, criminal y antiética de la barbarie entre los seres humanos. Habrán múltiples opiniones que la justifican, muchas posturas filosóficas que la avalan, pero pocos argumentos civilistas que la respalden para ésta época.
Dentro de los variados puntos de vistas que usan los melómanos de la muerte para validar a la guerra como una herramienta política, está que la guerra es absolutamente necesaria para aclimatar la paz. Este argumento es tan estúpido como aquel que reza que para que haya ricos se necesita de la existencia de los pobres.  

lunes, 2 de junio de 2014

LA GUERRA CON LOS HIJOS AJENOS

Por: Osmen Wiston Ospino Zárate
Joaquín Villalobos, ex guerrillero Salvadoreño, con una amplia y reconocida trayectoria mundial en asesorías sobre la solución de conflictos armados, por la vía civilista del diálogo, afirma en una entrevista con María Jimena Duzán “que en todos los procesos de paz hay que tragarse una alta dosis de impunidad. Esas son las realidades en que hay que moverse. Si este centro donde vive la Colombia sofisticada, quiere pacificar a esta Colombia periférica y salvaje, con su imaginario de justicia, no va a haber paz. Pero además, hay que tener en cuenta que también están los pecados del Estado. También hay elementos de la fuerza pública que están procesados. De lo que se trata es de ver de qué manera Colombia se reconcilia y acepta todas sus culpas con relación al pasado”.