jueves, 15 de mayo de 2014

DEPREDADORES

Por: Osmen Wiston Ospino Zarate
En la depredación hay un individuo perjudicado, que es la presa, para el caso que nos atañe, es Colombia y otro que es beneficiado, que es el depredador, para el caso que nos concierne, no es un beneficiado, son varios depredadores a saber: Juan Manuel Santos, Oscar Iván Zuluaga, o Álvaro Uribe Vélez, títere y titiritero, es lo mismo, Enrique Peñaloza y Martha Lucía Ramírez.
Sin embargo, hay que resaltar que tanto los depredadores controlan el número de individuos que componen la especie presa, como las presas controlan el número de individuos que componen la especie depredadora; por ejemplo, la relación entre el león y la cebra.
Digamos, la relación entre los que votaron por la lista del Centro democrático, serían las cebras, digo las víctimas, aunque estúpidamente se crean una especie de héroes o heroínas, que Gustavo Gallón denomina, personajes oscuros de “mentalidad contrainsurgente”. Y el león o los leones, digamos personas sedientas de poder, que son sin duda alguna Paloma Valencia, José Obdulio Gaviria o María Fernanda Cabal.
Según el Doctor Gallón, la mentalidad contrainsurgente es un fenómeno difícil de enfrentar por diversas razones. De una parte, porque está basada en planteamientos simples (como el maniqueísmo de considerar enemigo al que piense distinto), que resultan de fácil asimilación para seres de talante rudimentario.
De otra parte, porque esa mentalidad está profundamente arraigada en la fuerza pública colombiana, y reglamentada en los manuales de contrainsurgencia, plagados de instrucciones para actuar contra activistas sociales y armar a civiles en “grupos de autodefensa” que actúen contra quien piense diferente.
Además, afirma Gustavo Gallón, porque resulta cómodo imaginarse hacer la guerra combatiendo a la población civil desarmada. Por ello fue fácil para los paramilitares reclutar jóvenes amantes de las armas y de la milicia, como el hacker, Andrés Sepúlveda, para masacrar campesinos, sindicalistas, indígenas, afros, defensores de derechos humanos, mujeres, LGBTI y otros individuos o grupos inermes”.
Otro ejemplo de esta relación trágica e histórica entre estos depredadores del erario publico y el estado colombiano es que los depredadores, hoy aspirantes a la Presidencia de la republica (ex ministros y ex alcalde), al controlar el número de individuos de una especie (electores sumisos), creen que pueden proteger al país de ser sacado de balance, la palabra “balance” en el diccionario de los depredadores indica, que los pobres podrían dejar de serlo y eso para las élites dominantes es “peligroso”.
Ya que si una especie, es decir, el pueblo colombiano mejorara su calidad de vida de manera permanente podría acabar con el balance del país. La palabra “balance” en el glosario de los depredadores significa que todo siga igual: los ricos más poderosos y los pobres más miserables.
Otro ejemplo más: el águila y la serpiente se alimentan de ratones; reemplacemos, Santos, Zuluaga y Uribe, son la misma vaina, Peñaloza, Ramírez y los congresistas son las águilas y los ratones son la estela de votantes dóciles (líderes de barrio, de pueblo o de región) que hacen parte del séquito particular de los depredadores.
Estos (los votantes alienados, se creen lideres) a su vez se alimentan de electores invisibles que votan por un tamal en mal estado, una botella de ron de contrabando o un honroso cargo de aseadora; si uno de los depredadores, o sea si uno de los candidatos presidenciales se convirtiera al culto de la honestidad, que no lo creo, los otros 3 no podrían multiplicar la población de miserables de Colombia y esto disminuiría la posibilidad de seguir obteniendo más votos de la inmensa población de pobres en toda la geografía nacional.
Una forma particular de depredación la constituye el parasitismo. Parasitismo es sinónimo exclusivo de Zuluaguismo, Peñalosismo, Santismo, Ramirismo, Ordoñismo y todos los sufijos terminados en ismo, que a su vez riman muy bien con salvajismo, por ejemplo.
En el cual un organismo (Zuluaga) o varios organismos (Paloma Valencia, José Obdulio Gaviria, María Fernanda Cabal o Fernando Londoño) se alimenta de otro (Álvaro Uribe), desarrollando un vínculo muy fuerte (fanatismo execrable) con él. Un parásito suele iniciar dicha relación con un único organismo huésped en su vida, o bien con unos pocos.
Las especies animales (algunos poquísimos electores colombianos) han desarrollado una amplia variedad de características que funcionan para evitar su detección, selección y captura por parte de los partidos políticos. Estas características se denominan, según los científicos, en conjunto defensas frente a la depredación. A mi modo de ver debería llamarse, en el lenguaje sincero de la honestidad política, educación de calidad.
Insisto en una educación de calidad que aleje los odios de las mentes colombianas, mentes hoy secuestradas por la semántica del resentimiento y la caligrafía de los miedos en todas sus tonalidades. Una educación de la cuna a la tumba, que parafrasee al inmortal alquimista de Aracataca, que impida que las aves de rapiña de la politiquería sigan apareciendo en las tarjetas electorales cada 4 años, con los mismos apellidos y los mismos prontuarios criminales.
No hay por quién votar, como dice, Sergio Mesa, en su Blog, titulado, <Bajo la manga>: “Ni Santos ni Zuluaga ni Marta Lucía ni Peñalosa, quien ahora quiere posar de honrado y recto, porque lo acompaña Claudia López, queriendo tener el apoyo del papá de la política en Colombia, como bautizó Juan Pablo Calvás a Uribe (Engendros de Uribe: El Tiempo, 28/4/2014). Y como no creo en salvavidas no votaré por Clara López, como sé que me sugerirán algunos lectores”.
Veto absoluto para los depredadores de Colombia que se pretenden re-elegir a través de las mismas oraciones del neoliberalismo, de las lisonjas escalofriantes de la extrema derecha, promotores de la miseria, apóstoles de la desigualdad social, sacerdotes de la muerte… aunque sea haciendo uso del poco creíble voto en blanco.




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