martes, 15 de abril de 2014

No tengáis miedo de que en vuestra frase haya un “de que”

Por: ISABEL GARZO(@isabelgarzo)

A veces el remedio es peor que la enfermedad. Tanto hemos luchado contra el dequeísmo, tan conscientes somos ya casi todos de que no debe cometerse, que por evitarlo muchos han caído en un mal peor. Más retorcido, más extendido y más camuflado.

Porque el dequeísmo, al fin y al cabo, sí hemos conseguido eliminarlo casi totalmente (casi) de los entornos más o menos cultos. Ahora, decir “Pienso de que esa es la mejor opción”* o “Creo de que deberías ir”* hace daño a casi todos los ojos y oídos. Es difícil (aunque no imposible) encontrar una persona con estudios y un mínimo interés por la gramática que defienda esas construcciones o discuta una corrección de las mismas. Como sabemos, en ellassobra la preposición “de”, que se ha añadido sin motivo a locuciones que no la admiten.

Pero hay algunas locuciones que no es solo que admitan esa preposición, sino que la necesitan. La exigen. Esto lo puede ordenar el verbo, un sustantivo, un adjetivo… Algunas de estas expresiones son “acordarse de algo”, “tener miedo de algo”, “arrepentirse de algo”, “tener ganas de algo”, “a pesar de algo”… En todos estos ejemplos y muchos otros, la preposición “de” es obligatoria: omitirla constituye un error llamado queísmo.

A algunas personas, al ver que la frase resultante contiene la preposición “de” delante de la conjunción “que”, se les enciende por error la “alerta de dequeísmo” y lo solucionan por la vía rápida: omiten la preposición para evitarlo. Por eso se llama también a veces “antidequeísmo” al solitario “queísmo”, para subrayar el motivo probable por el que se ha llegado hasta él.

Y este error sí que se comete, y cada vez más, en ámbitos considerados cultos. El otro día, el director del diario El Mundo, Pedro J. Ramírez, se marcó en el programa Torres y Reyes un “los lectores de Orbyt se han dado cuenta que…”.*
Y no solo eso: hemos llegado a una situación surrealista en la cual algunas personas miran mal a los que no cometen queísmo, a los que dicen acertadamente “me doy cuenta de que…”, como pensando “pobrecitos, no saben que es incorrecto”. El mundo al revés.
Incluso los correctores automáticos de algunas herramientas de texto (como el programa “Mail” de Mac) cambian todos los “de que” que encuentran por sendos “que”, sin contemplaciones, anulando así los conocimientos gramaticales del pobre remitente, que quizá conocía estas reglas y las había aplicado correctamente pero no se percató del cambio automático que el programa había hecho sin consultarle.
Veámoslo con algunos ejemplos. Estas frases son incorrectas:
“Me acuerdo que me hablaste de eso”.*
“Tengo miedo que vuelva a engancharse”.*
“Fui a pesar que ella me había pedido que no lo hiciera”.*
“Hasta el punto que dejó de hablarle”.*
“Lo hará con la condición que le reveléis el secreto”.*

En todas ellas se ha omitido sin justificación una preposición que venía exigida por el enunciado. Sus versiones correctas son las siguientes:
“Me acuerdo de que me hablaste de eso”.
“Tengo miedo de que vuelva a engancharse”.
“Fui a pesar de que ella me había pedido que no lo hiciera”.
“Hasta el punto de que dejó de hablarle”.
“Lo hará con la condición de que le reveléis el secreto”.

A veces la confusión tiene que ver con la semántica: nos parece que dos verbos que tienen un significado parecido deberían funcionar igual (como, por ejemplo, “recordar” y “acordarse”). Pero no es así en casos como los siguientes:
-Se dice “olvidar algo” pero “olvidarse de algo”.
CORRECTAS: “Me olvidé de que ella no comía carne” y “Olvidé que ella no comía carne”.
INCORRECTAS: “Me olvidé que ella no comía carne”* y “Olvidé de que ella no comía carne.*
-Se dice “recordar algo” pero “acordarse de algo”.
CORRECTAS: “Recuerdo que estaba preocupado por eso” y “Me acuerdo de que estaba preocupado por eso”.
INCORRECTAS: “Recuerdo de que estaba preocupado por eso”* y “Me acuerdo que estaba preocupado por eso”.*
-Se dice “tener miedo de algo” pero “temer algo” o “dar miedo algo”.
CORRECTAS: “Tengo miedo de que me haya olvidado”, “Temo que me haya olvidado” y “Me da miedo que me haya olvidado”.
INCORRECTAS: “Tengo miedo que me haya olvidado”*, “Temo de que me haya olvidado”* y “Me da miedo de que me haya olvidado”.*
-Se dice “me alegra algo” pero “me alegro de algo”.
CORRECTAS: “Me alegra que vengas” y “Me alegro de que vengas”.
INCORRECTAS: “Me alegra de que vengas”* y “Me alegro que vengas”.*

Algunas veces se comete queísmo al omitir otras preposiciones distintas de “de”. Por ejemplo, si se escribe “me fijé que el vestido le quedaba largo”* en lugar de “me fijé en que el vestido le quedaba largo” o “insistió que fuéramos a la fiesta”* en lugar de “insistió en que fuéramos a la fiesta”. Pero son menos habituales.

Algunos verbos pueden construirse de las dos formas dependiendo del contexto: “advertir algo” y “advertir de algo”, o “cuidar algo” y “cuidar de algo”… Pero ¡cuidado! No en todas las frases son correctas ambas formas.

El truco que nos enseñaban en el colegio para detectar los dequeísmos y los queísmos sigue siendo el más eficaz cuando se tienen dudas. Se trata de pasar la frase a interrogativa.
Por ejemplo, si tenemos la duda de si la frase “Lo convenciste que fuera a la huelga”* es correcta o no, debemos plantearnos si tendría sentido la pregunta “¿Qué lo convenciste?”* De esta forma vemos fácilmente que falta la preposición “de”: “¿De qué lo convenciste?” “De que fuera a la huelga”.
En resumen: los correctores automáticos los carga el diablo; ante la duda debemos convertir la frase en una pregunta y, sobre todo, tenemos que ser valientes y no huir de los “de que” que puedan aparecer en nuestras frases. Que, a estas alturas, se están convirtiendo casi en un símbolo de lenguaje culto.

Tomado de: http://www.yorokobu.es/dequeismo/

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