Desprenderse
del famoso boom literario de los sesenta constituye un reto para cualquier
escritor de/en América Latina. La década gloriosa de García Márquez, Paz y
Asturias todavía eclipsa, en distintas editoriales europeas, la obra de
generaciones literarias que no vivieron dicho esplendor literario.
¿Cómo
narrar desde el continente sin caer en estereotipos comerciales? ¿Cómo producir
una literatura que no empobrezca los lenguajes nacionales en pos de ganarse un
público internacional? Estas constituyen algunas de las inquietudes planteadas
por escritores de diversas nacionalidades reunidos en la sala Manuel Galich,
durante los días que anteceden a la entrega del Premio Literario Casa de las
Américas 2011.
En medio
de un contexto cada vez más globalizado, donde identidades nacionales se
entremezclan con estilos y tendencias foráneas, para el escritor guatemalteco
Mario Roberto Morales, la glorificación de la banalidad, la ausencia de
dimensiones críticas y el desinterés por los conflictos indoétnicos constituyen
síntomas de pobreza identitaria en la obra de algunos autores de Guatemala.
Al mismo
tiempo, el alarmante proceso de estandarización de la lengua castellana para
evitar estorbos "localistas" a los lectores universales, constituye
otro punto de reflexión para autores como la chilena Andrea Jeftanovic.
Por otra
parte, el ensayista y profesor español Eduardo Becerra, señala la recurrencia
temática como uno de los mecanismos utilizados para hacer circular una obra
literaria en determinados circuitos publicitarios. Los tópicos de moda son un
freno para el quehacer creativo del narrador, pues impiden explorar en otros
asuntos de interés.
En medio
de complejidades sociales, flujos de intercambio cultural y trabas del mercado,
el cual todavía espera impaciente por los "nuevos" baby boom, el
escritor latinoamericano debe luchar por insertar en los sellos editoriales
europeos una obra auténtica y de calidad.
Con
respecto al concepto de identidad —uno de ejes temáticos de mayor debate y
reflexión en la sala Galich—, el poeta y narrador boliviano Claudio
Ferrufino-Coqueugniot, presente en el público, sostiene que a veces la otra
cultura maneja distintos calificativos para marcar y nombrar la identidad
latinoamericana. La otredad puede ser responsable de la manera con que se
nombra la realidad del continente.
Sin
embargo, para el escritor argentino Martín Kohan no se puede hablar del
concepto de identidad como un proceso espontáneo, pues son los aparatos
institucionales, entre otros elementos, los que hacen a un individuo reconocer
determinados valores o símbolos como identitarios. Para el autor de Ciencias
Morales, la escuela y demás instituciones sociales tienen como encargo social
formar las identidades de una nación.
Por
tanto, para el ensayista y profesor argentino, la identidad sin una mediación
de las instituciones estatales, puede provocar extrañamiento hacia un
determinado escritor y su obra.
Los
desafíos del escritor latinoamericano en el siglo XXI parecen radicar en la
búsqueda de un camino creativo propio, libre de cualquier atavismo mercantil,
el cual permita colocar una literatura contrahegemónica en los mercados del
libro, la cual aborde conflictos y preocupaciones del continente.
Sin
embargo, al mismo tiempo, esta producción literaria no puede carecer de una
significación para el mundo. Como recomendaría en su tiempo el escritor cubano
Alejo Carpentier, de las historias particulares se deben aprovechar los valores
universales. En medio de la estela de luz dejada por el boom de los años
sesenta, las nuevas generaciones de escritores deben ser capaces de construir
su propia época.
Artículo tomado de: La Ventana- Cuba
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