Por: Osmen Wiston Ospino Zarate
Pékerman
para el debut de la Selección Colombia va a alinear a Ospina en el arco;
Zúñiga, Perea, Yépez y Armero en la zaga; Aguilar, Sánchez, Valencia y
Rodríguez en la zona de volantes; Gutiérrez y Bacca en el ataque. Más o menos
así jugó siempre y le dio resultado; la clasificación a Brasil 2014 lo
justifica y lo avala.
Con
ésta nómina la FIFA dice que estamos entre las 5 mejores selecciones del mundo
y algunos piensan, más con el patriotismo que con la razón, que estos 11 colombianos
deben ir más allá de los octavos de final. Otros afirman que éste equipo está
igual de sobrevalorado que aquel onceno de Rincón, Asprilla y el Pibe. Y que su
tiquete de retorno puede estar confirmado para la mismísima primera ronda. La
opinión acerca del verdadero valor futbolístico del equipo está extremadamente
dividida.
Los
expertos creen que con sólo rodear al equipo con exacerbada publicidad
patriotera es suficiente, aun cuando los análisis más rigurosos terminan
reiterando, que Colombia tiene 2 actitudes de juego en la cancha, cuando ataca
es fino y contundente, pero cuando defiende parece un equipo de pensionados.
Si
yo fuera Pékerman, por supuesto no lo soy, pero si tocara jugar al técnico, en
el debut contra Grecia, colocaría en el arco a Ospina, no hay más; defendería
con Arias, Perea, Álvarez Balanta y con Armero; si con Armero, que si de la
misma forma en que baila y anima, supiera enviar centros a la cabeza de los
delanteros, tendríamos solucionado un alto porcentaje de los ataques por el andarivel
izquierdo, pero no, Pablo parece ser el recreacionista de la Selección en las
concentraciones y en los festejos.
En
el medio campo alinearía a Ramírez, a Mejía y a Rodríguez, y por supuesto en el
ataque, ubicaría a Martínez, a Ramos y a Ibarbo. Lo reitero no soy Pékerman,
pero este equipo debería poder sacar resultados medianamente positivos en el
Mundial.
Las
razones: primero las emocionales; que los jugadores escogidos para atacar sean
precisos en las transiciones, efectivos en las contras y eficientes en las
definiciones. Esperaría que la zona de volantes sepa sacar al equipo con
posesión moderada y con cambios de ritmos rápidos para llegar al área contraria
con la mayor cantidad posible de jugadores.
El
arco estaría bien cubierto como hasta ahora y con la defensa tocaría hacer
múltiples repeticiones para afinar la marca, sobre todo cuando seamos atacados
por jugadores fuertes y efectivos como Drogba o Yaya Touré. Es sabido por todos
que esta alineación (la mía) puede tener la misma suerte de la de Pékerman:
estar entre las mejores 8 del mundo, o estar de vacaciones después de los 3
únicos partidos que tiene seguro.
Segundo
las reales: Pékerman y yo, todos los expertos del fútbol que dictan cátedra en
televisión, en la radio, en la prensa escrita, en internet y en todas las redes
sociales, sabemos, por ejemplo: que tenemos solamente, después de la lesión de
Falcao, a James Rodríguez como un jugador de primera línea, creo que solo es
superado en su puesto por Iniesta, y podría sin ningún problema estar a la
altura de Oscar el brasileño, los españoles Mata o David Silva o el Alemán
Mezut Ozil.
Está
claro que David Ospina no es Casillas, ni Neuer, ni Buffon. En honor a la
verdad está al nivel de Diego Alves o de Willy Caballero y eso es una garantía para
el arco colombiano. Pero hay que decir también que la defensa de la selección
colombiana es el punto débil al cual el estratega argentino (Pékerman) jamás le
encontró solución. Y no la tenía, ni la tuvo, ni la tendrá. Pues el verdadero
lío es que no hay zagueros de calidad en el país, y los que alguna vez lo
fueron, están más cerca del retiro definitivo que de hacer un buen mundial.
Los
penosos rendimientos individuales y la
falta de sincronía colectiva de Perea, Yépez, Valdez y Mosquera, los tiene de
suplentes en equipos mediocres o jugando en ligas de poca trascendencia, lo
cual empeora su actuación con la camiseta nacional. Por otra parte los
laterales ni atacan ni defienden, creo que Santiago Arias, es le mejor de los
convocados, sin ser Cole, Marcelo o Coentrao.
Armero
y Zúñiga son jugadores correlones que no aprendieron a centrar un balón jamás,
no representan peligro alguno cuando pasan a zonas contrarias, pues los
servicios que envían a a la retaguardia del equipo rival, hace figura a los
centrales del equipo que enfrentamos. La reflexión es clara, cuando seamos
atacados por equipos con delanteros de calidad, la zaga nuestra no es
competente para sostener el cero en nuestro arco.
Si
yo fuera Pékerman estuviera igual de preocupado porque los loros cuando son
viejos no aprenden y cuando son nuevos y no tienen calidad los resultados son
los mismos.
Nuestros
delanteros, está claro, a excepción de Falcao y está lesionado, no son tampoco
Lewandosky, Messi, Cristiano Ronaldo, Ibrahimovic o Van persie. Son goleadores
de segundo nivel, de esos que marcan entre 15 y 20 goles por temporada, muy
bueno para jugar en el Sevilla, en el Porto o en el Herta Berlín; pero de poco
peso para pelear una Copa del Mundo en donde el titulo se define por pequeños detalles
tácticos y eficiencia goleadora. Sin embargo hay que decirlo, es la zona en la
cual están cifradas nuestras mayores esperanzas.
Si
yo fuera Pékerman estaría preocupado con la bipolaridad del onceno colombiano.
A veces nos hace sentir seguros que el ranking de la FIFA fuese cierto, pero en
ocasiones la actuación colectiva del onceno es tan desordenada que cualquier
equipo de los 3 que nos esperan en la cita orbital brasileña, nos mandaría de
regreso a nuestra realidad de siempre.
La
zona de volantes de la selección en toda la eliminatoria tenía intensidad,
posesión y llegada entre 20 y 30 minutos por cada partido. Lo que habla muy mal
del trabajo en las concentraciones, cortas para todos los equipos en contienda,
de la pésima lectura de los cotejos y de la falta de rotación de algunos
jugadores para generar motivación en el grupo, sobre todo en el medio campo y
el ataque en donde tenemos varios jugadores para un mismo puesto en el once
titular.
Los
excelentes resultados del equipo en la eliminatoria, clasificación incluida,
redujo de manera drástica la autocritica por parte de Pékerman, los directivos
que lo contrataron y algunos periodistas que prefieren la propaganda
triunfalista, antes que ahondar en los dilemas sin solución, que un técnico
experimentado debió arreglar, porque tiempo suficiente le sobró.
Esperemos
de corazón y por la salud emocional de todo el pueblo una buena actuación en el
Mundial. No soy Pékerman, pero en eso coincidimos. Y también creo con firmeza
que con cualquiera de las 2 alineaciones, la de Don José o la mía, los
resultados no van a variar mucho.
Pase
lo que pase, Pékerman estará en el banquillo hasta la próxima Copa América, con
60.000 dólares de sueldo, un sequito de aduladores que no lo critican por nada,
y yo, seguramente seguiré con la semántica del pesimismo racional, orientando
la deliciosa cátedra de Lengua castellana, en el Leonidas Acuña, por muchísimo
menos de lo que gana el técnico argentino.
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